Arasanz Garcia

ArasanzGarcía

Rozando Argelia.

Un largo y duro día de enduro con elefantes con ruedas.

Escrito por Javier (Navegante), fechado el 17 de noviembre de 2022.

Temprano salté de la cama para dirigirme a las letrinas del extremo del campamento, después de un momento de gloria, el aseo y el desayuno. La mañana fría del desierto no presagiaba el día templado que íbamos a tener en esta jornada.

Salida del campamento.

Un desayuno, unos "buenos días" desperdigados por aquí o allá y preparativos para la marcha. Coloqué el saco de hule al lado de otros, para que la organización los llevase al destino y volví a la haima para recoger las últimas cosas y llevarlas al baúl de Ligera. Después del posado para la foto de grupo, fuimos saliendo del campamento por el arco hinchable para pasar a las trampas de arena que el desierto había preparado para los que transitasen por estos parajes. Eran las 8:25 de una luminosa mañana, cuando abandonamos el campamento y en grupo numeroso nos desplazábamos abriendo pista cada uno por un sitio, tras el coche de la organización que iba abriendo camino, al llegar a la carretera, intenté cruzar la moto para coger el sitio de salida con mejor angulo y la rueda delantera se hundió en el suelo, clavándose en la arena y rodando yo por el suelo. Me levante y ya algún miembro del Staf se había aproximado y juntos pusimos a Ligera en pie, me volví a subir a su montura y con mas ganas que técnica, abandonaba la llanura de arena para pisar el duro asfalto.

Con tatas motos Poblaciones.parecidas, me dirigí, detrás de un grupo que había pasado a mi lado, hacia la población de Taghbalte, donde tomamos la N-12 desandando el camino que habíamos echo dos días antes. Unos kilómetros más adelante, al darme cuenta de que no eran ningunos de mis amigos, me paré en un apartado en la misma carretera a esperar, mientras me intentaba poner en contacto con ellos. No tuve que aguardar mucho tiempo cuando pararon al lado mía y retomábamos el camino, ya todos juntos para compartir una jornada más.

Rondaban las 9:20 cuando entrabamos en una gasolinera a nuestra izquierda, detrás mía hoy un estruendo y pare cerca del surtidor, donde nos indicaron que no había combustible y casi sin detenerme volví a girar en la isleta que tenia la estación para ponerme en camino, extrañado por el ruido que había escuchado. Cuando llegue a la altura de la salida, pude ver una moto en el suelo y un grupo de riders parados. Pare la moto, me quite el casco y me acercaba al accidentado quitándome los guantes, mientras estaba siendo atendido por los compañeros que estaban ya con él. El incidente había ocurrido al venir detrás nuestro, se había despistado sin percatarse de que estábamos girando para entrar en la gasolinera, al intentar esquivarnos, había perdido el control de la moto y ambos rodaron por el suelo, por suerte no pego contra ninguno de nosotros y la caída fue sin golpe, más allá del sufrido en la misma caída. Podía haber sido peor, pero la baja velocidad y la suerte de rodar, hicieron que solo la moto estuviera dañada, para no seguir la jornada. El piloto tenia un fuerte golpe en el omóplato y bastante dolor. Para no entorpecer más de lo necesario, dejamos al accidentado con el grupo de amigos con el que viajaba y seguimos camino, un poco acongojados la verdad.

Control de paso.Daban las 9:30 cuando llegamos la rotonda de entrada a Tazzarine, seguimos la N-12 hasta llegar a una gasolinera a unos 350 metros. Llenamos el deposito y dimos la vuelta hacia la rotonda, en la que se haba establecido un control de la gendarmería marroquí. Nos reunimos en la misma rotonda y partimos por la RR-108 en dirección Uarzazate. La carretera discurría por llanuras de árido desierto y salpicada de vez en vez de zonas con poblaciones de acacias y algunos pinos. Seguíamos por estos sosegados parajes, avanzando hacia la pista que esperaba nuestra llegada. No sabíamos aún donde estaba "lo marrón", pero ya quedaba menos. Sobre las 10 de la mañana, entrabamos en la población de Nkob, el roadbook señalaba un desvío cercano, y justo en la gasolinera, al lado de un restaurante, nos indicaba una calle a la derecha por la que teníamos que desviarnos. Se apreciaba que ya empezaba el camino que nos llevaría a las postrimeras de Boumalne Dades, donde terminaría el periplo de hoy. Habíamos recorrido unos 75 Km desde el campamento y ahora tocaba el resto. Pusimos el modo "enduro" y nos adentramos por la calle que en pocos metros abandonaba las casas y entraba en terrenos de huertas, un kilómetro más adelante a la izquierda salia el desvío marcado en el roadbook para tomar definitivamente la pista.

Situando el roadbook.En pista.Albercas.Oasis.

Los primeros kilómetros de pista los compartíamos con camiones de obra que iban y venían, estaban alisando el firme, compactándolo y seguramente lo asfaltarían en un futuro, se avanzaba a buen ritmo, incluso al cruzarnos con camiones, ya que apenas había polvo pues se percibía que el suelo había sido regado. Entre desvíos y pista en construcción, atravesamos la población de Imi N'Ouakka y fuimos avanzando hasta dar con el final de la obra, habíamos recorrido 12 Km eran las 10:38 minutos cuando, siguiendo un camión que divisaba adelante, me metí en medio de la obra, me había equivocado, volví unos metros sobre mis pasos y retome el camino detrás de Nicasio y de Josean.

Un buen grupo de amigos.

Habíamos ido ascendiendo de forma suave pero insistente, hasta este punto de fin de obra. Se divisaban las cimas de las montañas que nos cercaban y largos y profundos valles de tierras pedregosas de oscuras y redondeadas caras. Teníamos ante nosotros una subida interminable, rondaban las laderas pronunciadas y los huertos en los cauces que, aunque secos la gran mayoría, permitían en los recodos los huertos que se desperdigaban buscando la humedad de los sedimentos. Allá donde la humedad se mantiene, saltaban las palmeras y el verde de las cañas por encima de los marcados cauces, parecían heridas de vida en un yermo y abrupto paisaje de hendiduras profundas marcadas por los siglos del paso del agua. Sobrecogidos por el paisaje, paramos a hacer unas fotos con un arroyo de fondo y algunas casas, cerca de Amguene n'Sfia. Un valle fértil, marcado por los huertos y los palmerales. La pista seguía haciéndonos ascender y poco a poco los valles fueron estrechándose, convirtiéndose en cañones abiertos, en su fondo el cauce con mi hilo de vida y a su vera, el camino en el que se había convertido la añorada pista. Aparecían las primeras agrupaciones de piedra y arena medio sueltas, que con cierta tranquilidad, íbamos acometiendo.

Cauces.Caidas.

Metidos de lleno ya en el cañón, el camino se volvió pedregoso y suelto, teníamos que ir despacio y con mucho cuidado y atención. El calor del momento, me hizo que empezara a tener una sensación de agobio muy acuciante y decidí parar para refrescarme y quitarme la chaqueta. Me quedé con las protecciones y por encima me puse una camiseta de motocros, esto permitiría la transpiración mas rápidamente que el textil, que acabo en el baúl. Íbamos cruzando el cauce de lado a lado, buscando el camino, entre piedras y arena o planchas de piedra. A pesar de ir en un cauce, seguíamos el ascenso, estábamos ahora sobre los 1350 metros, 350 desde el comienzo de la pista, y habíamos recorrido 25 kilómetros, daban las 11:20 de la mañana cuando paramos en un tramo de cemento, de apenas unos 200 metros, en una garganta espectacular. Nos refrescamos y tomamos algunas fotos, ademas estuvimos hablando de lo duro de este día, poco sabíamos que se pondría aún peor. Nada más arrancar, después de un corto pero merecido descanso, atravesamos el cauce del rio dos veces, la primera para pasar a su orilla izquierda en unos 50 metros y la segunda para retornar a la derecha antes de recorrer 170 metros.

Densansando en ruta.

Las abruptas laderas de la garganta en la que estábamos, dieron paso a una ladera pronunciada a nuestra derecha y laderas mas suaves al otro lado del ancho valle, que ahora tenia unos 100 metros, ya que bajaba otro cauce desde las montañas de nuestra izquierda. El camino seguía bajo un costal de grandes paredes verticales a nuestra derecha, ascendiendo por piedras y arena, a veces el terreno era duro y compactado, mientras que otras se volvía suelto y blando. Buscábamos la parte mas pisada de camino para ir sobre seguro en nuestras máquinas y nos acercamos a una escuela pequeña, formada por una recogida y solitaria construcción muy simple. Estábamos por la zona de Tmaho. Al pasar la escuela, el camino bajaba bruscamente en dirección al rio, ahora nos tocaba recorrer su cauce unos 60 metros, para en la orilla opuesta, retomar el camino en un ascenso vertiginoso. Estaba ya exhausto, algunas caídas, por suerte sin consecuencias, y el estar tanto tiempo de pié en los estribos, me estaban poniendo a prueba. El terreno se hacia mas blando si cabe y en esta interminable cuesta, nos habíamos concentrado algunos riders más. Ahora formábamos un grupo de unos 8, que íbamos avanzando, a duras penas, por entre laderas de enormes piedras de entre un marrón oscuro a casi negro. A la salida de una curva, estaban parados varios riders, había una trampa de arena y piedra de unos 40 metros, en cuesta, valoré la situación y decidí no ponerme en riesgo, el coche de asistencia venia apenas unos cientos de metros detrás, así que pedí a Jhonny, un gran amigo y mejor mecánico, que me ayudara a pasar la moto o la pasara él, estaba demasiado cansado para llevar a Ligera por este trance. Pasado el trance, me volví a subir a la moto y continuamos por aquel camino de cabras. Una curva muy cerrada a derechas, en cuesta, puso a prueba mi pericia y elegí mal el sitio de paso, dando con Ligera y yo en el suelo, Jhonny volvió a acudir en mi ayuda y retome el camino. Os puedo asegurar que nunca desee más encontrar asfalto que en este momento.

En una de las curvas, tres riders esperaban a la asistencia, una "F" estaba con problemas. Seguimos la subida y en mitad de una cuesta, estaban Pablo (de Algeciras) y Jorge (de Burgos) recostados en un talud a la izquierda del pedregoso camino, la moto de Jorge había dicho basta y allí estaba su "R", con el cardan averiado.

Una parada de grupo.

En Tagmount, alcanzábamos los 1871 metros a las 14:30 del día infernal. Habíamos recorrido 45 Km en 4:30 horas y ascendido mas de 800 metros desde el origen de la pista. Cierto que los paisajes fueron singulares y las cañadas, gargantas y montañas nos depararon imágenes idílicas que quedaran en el recuerdo, junto con el esfuerzo y el cansancio de un día que parecía no tener fin. Comenzamos un descenso, entre gargantas y valles, cauces y extensas estepas de piedra por un camino que parecía darnos un poco de tregua, entre curvas y laderas, íbamos ahora a un ritmo mas alegre. Yo estaba fundido y me daban calambres en los brazos y en las piernas, de cuando en cuando, si el camino lo permitía, me sentaba sobre Ligera para poder descansar un poco. Apenas daban las 16:20 cuando llegamos al asfalto, llevábamos 150 km desde el inicio del día, unos 45 de bajada desde las alturas de Tagmount, distancia que habíamos recorrido en apenas dos horas. Estábamos en el municipio de Aghigha y enfrentábamos los últimos kilómetros del día, del largo y cansado día, para llegar a Dades.

Últimos kilómetros.Eran las 17:14 cuando entrabamos en el parquin del Hotel Xaluca de Boumalne Dades, fuimos a la recepción y tuvimos la suerte que que Nicasio, Rodrigo y yo estábamos en una especia de apartamento con dos habitaciones, una doble, donde dormirían ellos y otra individual, en la que tenia intención de descansar largo y tendido durante la noche. Una vez duchados y revisada Ligera, me reunia con mis compañeros de viaje, además del Cata, Ángel, Jorge, Tomás y algunos amigos más, comentando la dureza de hacer enduro con un elefante de casi 300 Kilos. En la terraza del hotel, y cuando las luces de la ciudad comenzaban a iluminar la recién nacida noche que parecía resistirse a llegar, el canto a la llamada a la oración, nos enmudeció a todos, con uno tono claro, y tumultuoso rompiendo el silencio de la ciudad que a nuestros pies se desplegaba como alfombra vestida de innumerables luces. Poco a poco, la noche se hizo joven y seguíamos disfrutando del bello valle del Dades desde nuestra privilegiada atalaya.

Fuimos avisados del brifing y después de la charla, nos dirigimos al restaurante, para comer algo, ya que en todo el día no habíamos ingerido nada solido, apenas unos puñados de cacahuetes en la recepción del hotel, cuando llegamos no quedaba ni dulces.

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